martes, 16 de agosto de 2011

La inutilidad del termómetro

Una noche, me sentía mal en casa y tuve la excelente idea de llamar a mi madre. El diálogo fue más o menos este: Hola Má, cómo estás? Bien me contestó ella y me hizo la misma pregunta a mi.Cuando le respondí que mal, que me dolía la cabeza y el resto del cuerpo, me hizo la pregunta que no tenía que hacerme. Te tomaste la temperatura?

En esas instancias, la temperatura es una anécdota y el termómetro no cura. En todo caso, si diera que tengo fiebre, confirmaría algo que yo como enfermo sabía de antemano, y es justamente, que estaba enfermo.

Hoy, pasadas algunas horas de la elección Primaria, muchos oficialistas justificadamente felices, se relamen criticando a Clarín y los medios opositores, echándoles en cara que quisieron vender una realidad que no es tal, que la gente no es tonta y no se cree toda la campaña en contra del Gobierno que hicieron, y que Cristina arrasó, a pesar de las mentiras del monopolio y sus aliados.

Lamento decirles, mis queridos amigos y amigas oficialistas, que Clarín no miente.

Podría enumerar las cosas que están mal en el país, desde la inflación, la inseguridad, el retroceso en materia educativa, las fundaciones de derechos humanos que construyen casas subcontratando a empresas cuyos dueños, son los mismos apoderados de las fundaciones. En una política de subsidios, no sólo regresiva, sino insostenible en el tiempo. En la pésima política de transportes y el retroceso que hemos tenido en materia de infraestructura, el despilfarro de dinero para sostener mediante el Fútbol Para Todos, a dirigentes corruptos, barrabravas y policías cómplices de todos los delitos imaginables. La pésima política energética y agrícola. La casi nula prevención, luvha y combate contra el narcotráfico, y una lista interminable de etcéteras.

Y está bien que la prensa remarque lo que está mal, resalte los casos de corrupción, las cosas que faltan hacer y los errores en cuanto a política se trata. Acepto que la gente se queje de la situación, y hasta que no haga nada por cambiar.

Lo que es inaceptable, y creo que es acá dónde se puede empezar a entender la gran elección de Cristina en las Primarias, es en que la oposición, ha intentado ocupar el rol de la prensa, informándonos y explicándonos las cosas que la mayoría ya sabemos.

Cuando un político con intención de ocupar el poder, me explica lo que yo ya sé, lo que espero a continuación es que me diga qué ideas tiene para revertir eso que vemos como problemas.

Cómo va solucionar el tema de la inflación? Cuál va a ser la política de subsidios, cómo se va a mejorar la infraestructura industrial? Cómo se va a reducir el déficit habitacional? Cuál va a ser la modificación que va a introducir en las políticas agrícolas. Etc, etc, etc...

Lo que ha habido en esta campaña para las primarias, fue una falta total de propuestas, nil armado de un proyecto alternativo al oficialismo, sin contar la ya ridícula sobreoferta de candidatos superponiéndose en el arco ideológico y político de una manera absurda.

Mientras buscamos que nos curen, los políticos vienen con un termómetro, confirmarnos que estamos enfermos Ante esa situación, muchos prefirieron un curandero a un enfermero que nos tome la fiebre..

Gente de la oposición: "con el termómetro no se cura, con el termómetro no se educa, con el termómetro no se come."

sábado, 11 de junio de 2011

Las dos caras de la obligación

Imaginen la siguiente situación. Hombre de treinta y pico de años, con unos pocos kilos de más (6 o 7). Está decidido a bajar de peso. Saca turno con la nutricionista. Ella le da un exigente plan alimenticio (exigente cumplirlo, a eso me refería). Este caballero no sólo lo cumple a rajatablas, sino que además, le agrega gran cantidad de horas de actividad física. Regresa 1 vez por semana al consultorio de la profesional, y el peso no disminuye.

Imaginen un hombre de cuarenta y pico de años. cuyo auto sufre un desperfecto. Lo lleva al mecánico y al cabo de unos días lo retira, después de erogar una importante suma de dinero, supuestamente con el problema solucionado. A los dos días, el inconveniente reaparece.

Imaginen a un hombre de cincuenta y tantos, fanático de un club de primera división de fútbol. Va a todos los partidos de local y de visitante. Recorre cientos de kilómetros por ver en el estadio a su equipo del alma. El presidente de su club, compra a los mejores jugadores, les paga los mejores salarios, trae al técnico más renombrado del país, y el equipo juega muy mal, y los resultados no acompañan.

Ahora imaginen a cualquier persona de entre 25 y 60, no importa el sexo, no importa la profesión, no importa casi nada. Lo que sí importa es que por algún motivo, las leyes le quitan obligatoriamente, (de ahí el nombre de impuesto), alrededor del 50% de sus ingresos, que en su gran mayoría el gobierno gasta sin control, sin explicaciones, sin transparencia, devolviendo bienes y servicios que no colman la expectativa de nadie.

Ahora piense: ¿en cuál de las anteriores situaciones el damnificado, pedirá explicaciones, expresará su queja, iniciará acciones legales en caso de que corresponda o exteriorizará su bronca por la situación?

Así es. El paciente, seguramente, le hará algún comentario al médico. Se quejará, exigirá algún cambio, y si la situación no varía, pedirá hacerse algunos análisis y si a pesar de todo, la situación siguiera igual, cambiaría de profesional.

El dueño del auto llevará nuevamente el vehículo al taller enojado por la situación, y exigirá que se complete el arreglo como corresponde.

Ante el primer o segundo resultado negativo, y con más razón sin la calidad de fútbol que practica su equipo no colma las expectativas, el hincha exigirá mejoras y exteriorizará su disgusto ante los jugadores, técnico y dirigentes.

Lamentablemente, cuando se trata de controlar, auditar e informarse acerca de los destinos del casi 50% de nuestros ingresos, los ciudadanos no exigimos nada. De hecho, nos olvidamos a menudo que cuando alguien se arroga la construcción o inauguración de una obra, ni siquiera le hacemos saber que esa obra la inauguró gracias a que hubo alguien que aportó casi el 50% de sus ingresos para que ello fuera posible.

Los impuestos son una obligación, pero no sólo de los que pagan. Los que reciben nuestros fondos tienen la obligación de dar explicaciones. Pero sólo, si nosotros queremos que nos la den.

A nadie le gusta hacer dieta y no bajar de peso, o sí?