Durante muchos años, me han sugerido aquellas personas que me conocen (algunas poco, y otras bastante) que comience a hacer terapia. Que me iba a hacer bien, que te ayuda un montón, etc...
Generalemente, estas sugerencias uno las toma de manera no muy simpática. Yo no necesito ir al psicólogo, y respuestas como esa, son las que uno prepara como mecanismo de defensa.
Finalmente y luego de reconocer internamente, que el autoanálisis que me hacía siempre llegaba hasta el mismo lugar y no lograba avanzar, entendí que la ayuda profesional que sistematizara ese análisis, le agregara orden, una mirada externa, objetiva y sin ningún involucramiento personal, iba a ayudar a perforar esa pared que se había construido a lo largo de 32 años de vida.
Nunca había hecho terapia y la verdad es que me quedé sorprendido por la metodología. A mi que me encanta entender y curiosear sobre cómo funcionan las cosas, y no simplemente usarlas así como vienen, estuve algunas sesiones, himnotizado por la forma en que, siendo alguien que no está acostumbrado a hablar sobre mi mismo, excepto para hacer algún chiste o divertir al auditorio, pueda hablar y escucharme decir cosas que no sabía que tenía dentro. Sin preparar nada, muchas veces, esos 50 minutos quedan cortos y se estiran a los dos pisos por ascensor que me separan de la puerta de calle. La capacidad que tiene el profesional para asociar cosas que uno dijo en otras sesiones, o unir temas y comportamientos que jamás uno hubiera pensado que tienen algo que ver entre ellos, más que justifica abandonar un autoanálisis precario y sin herramientas y adentrarse en el mundo del análisis profesional.
No es una apología a las terapias psicológicas. Simplemente es contar una experiencia que está teniendo alguien que siempre se sintió autosuficiente y siempre estuvo lejos de pensar en la necesidad de ayuda profesional.
Una cosa que me dijo mi psicólogo, hablando de cuánto me había servido el paréntesis que obligadamente tuve que hacer por mi operación de rodilla, no pudiendo trabajar, ni hacer deportes, y pasar mucho tiempo en mi casa conmigo mismo, solo y con mucho tiempo para pensar y analizar cada aspecto de mi vida actual y qué es lo que quiero para el futuro, es que muchas personas que hicieron un click en sus vidas o han dejado algún legado o hay registros de lo que hicieron, han aprovechado o describen como muy importante, algún momento de convalecencia en cuanto a la salud. Es decir, que ese tiempo en que estuvieron obligadamente alejados de la vida cotidiana, por algún problema de salud, fue sumamente productivo y les han servido para sacar algo muy positivo para sus vidas.
Ahora, yo me pregunto, ¿no habrá alguna otra forma que no incluya tener que romperte la rodilla y no poder hacer nada, para poder parar la pelota y pensar y reflexionar sobre la vida, los deseos y los proyectos de uno?
Si yo puedo pensar y jugar al fútbol a la vez!!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario