La calle la cruzamos, las muletas, mi poca habilidad para caminar y yo. En ese mismo momento se nos ocurrió a los tres enviarle una carta a la Vicejefa de Gobierno Porteño, cosa que después, y por razones obvias, no hicimos.(*)
Luego de 20 metros más de caminata, llegué a la puerta del edificio del médico. Me abrieron y una vez dentro del inmueble, tuve que caminar otros 50 metros hasta la puerta del consultorio. No lo hice todo de una, ya que mover con mis bracitos todos el resto de mi cuerpecillo, no es una tarea sencilla. Me lo tomé con calma, y luego de algunas paradas llegué al consultorio.
Me abrieron, alcancé a apoyar en el mostrador mi carnet de la obra social que casi se me resbala, dada la gran cantidad de transpiración que poseían mis manos. Y me desplomé en una silla. Había sido demasiado ejercicio por un día.
A los 4 minutos de estar sentado, ya estaba aburrido y lamentablemente las revistas de gentileza del consultorio, habían quedado a 5 metros y lejos de mi alcance dada la poca voluntad que tenía para volver a levantarme. Al ratito, llego Vivi, la esposa de mi viejo, y el tiempo fue pasando un poco más rápido hasta que finalmente me atendieron.
El jueves pasado, ya mucho más canchero, sin las muletas y caminando casi como una persona normal, llegué al consultorio acompañado de mi padre y lo primero que hice una vez que me anuncié fue elegir una revista para leer.
Lamentablemente en un consultorio tan concurrido y con, me imagino yo, tantos ingresos monetarios, la revista más nueva era una Viva con Adrián Suar en la tapa, comentando como se había llevado con Carlos Calvo en la filmación de la película Comodines.
En otras palabras, inversión en revistas=$0.
Es muy difícil que uno deje de ir a un médico porque las revistas son de la década del 90, y encima son los suplementos dominicales de los diarios, pero esa misma situación en una peluquería y sin nada interesante para leer en la espera, puede ser causal de cambio de proveedor de servicio.
Ahí, fue dónde se me vino a la mente la siguiente pregunta. ¿Qué detalles, o cosas menores, pueden hacer que uno deje de consumir un producto o servicio de un determinado lugar o marca?
Para algunos, el hecho de que en la peluquería no haya buenas revistas puede determinar, cambiar de peluquero.
A mi por ejemplo me encantaban de chico los Palitos de la Selva, pero como de cada diez, siete se te quedaba todo el papel pegoteado no los compraba.
Algunos restaurants, eran abandonados de mi lista, una vez que descubría que trabajan con la línea Pepsi de bebidas y no Coca. (odiaba la famosa pregunta: ¿Es lo mismo Pepsi? Nooooooo, claro que no es lo mismo!!!!!)
A veces el tiempo de espera para comprar un auto, es más determinante que el color o el modelo.
Recuerdo que mi abuelo, elegía médico de la cartilla, por el sólo hecho de que el apellido le sonaba paisano. ¿Habrá fantaseado también con poder tener la consulta en Idischt?
A tal restaurant voy siempre porque... la panera es espectacular.
(*) Ver "Tocaron a mi Puerta por un día"
2 comentarios:
¿Puedo expresar mi problemita? A mí me pasa que dejé de comprar en ciertas marcas de ropa por un detalle más que importante para mí, que es que los jeans los hacen cortos de largo. ¿No saben que hay gente alta también en este mundo? Todos me quedan por el tobillo y no hay cosa que odie más que me griten "bajalos a tomar agua". Por ende, por este simple detalle dejé de entrar en muchas casas de ropa.
che... y que hay de premio, si se puede saber?? :P
besossss
***VaNi***
yo deje de comer mandarina por que no me gusta el olor que deja en la mano al pelarla!!
Debo C.
Publicar un comentario