viernes, 13 de noviembre de 2009

Mejor perder 3 pesos que ganar un millón.

Un jueves de Noviembre me dirigía al Centro. Mi auto estaba en el taller, por lo que no tuve más remedio que utilizar el Subterráneo. Carlos Gardel-Florida era el viaje que tenía que realizar. La mente relajada y dispersa, de alguien que acaba hace pocos días de renunciar, luego de 6 años, a su antiguo trabajo.



Una simpática vendedora de la Solidaria, empieza a dejar en la falda de cada pasajero sentado, dos billetes que "Juega esta nocheeeee". Yo siempre digo, "no, gracias", a todo lo que me ofrecen en el Subte. Es más, a los únicos que les doy plata, son a aquellos que hacen música, porque en general es un momento que disfruto... Sobre todo si voy sentado.



La verdad, es que en ese momento, estaba con la vista fija en esa chica, que estaba vestida de manera tal que dejaba más piel al descubierto que tapada. Y no me di cuenta... Se abren las puertas, y el andén en el medio. El letrero con el nombre Florida, me hace saltar como un resorte y en tres segundos estaba buscando la escalera fija.



Cuando estoy con tiempo, me mentalizo para utilizar la escalera fija, porque me autoengaño pensando que es un ejercicio que al final del día, me permite clavarme un chocolate o un par de vasos de Coca común, sin alterar significativamente la forma de mi cuerpo.



Cuando llego a la superficie, y despierto de ese trance en el que casi me paso de estación y termino en Alem, miro con sorpresa que en mi mano, hay dos billetes de la Solidaria, "que juega esta nocheeeee".



Yo no sé cuanto ganará la vendedora, pero si el billete sale dos pesos, con furia, no se debe quedar con más cincuenta centavos. Por lo que con una culpa enorme, me puse a pensar, en todo lo que le costaría juntar esos tres pesos que había perdido esa simpática señora, por culpa de mi distracción y esa señorita que estaba más buena que el chocolate (que esa noche me iba a clavar, gracias a que subí por la escalera fija)



De repente, ese sentimiento de culpa, me empezó a perturbar, y me dije: Aunque tenga que pasarme mañana, todo el día en el Subte, hasta que no encuentre a la señora y le pague los cuatro pesos no paro.



El día fue transcurriendo y el sentimiento se fue disipando. Hice lo que tenía que hacer, y a la noche, antes de irme a dormir, programé la tele, para que me despierte ocho y media como todos los días.



Pueden creer que lo primero que escucho en TN cuando me despierto al día siguiente es: "y ahora pasamos al sorteo de la Solidaria"?



Los dos billetitos habian quedado sobre el televisor. Me levanté para agarrarlos y romperlos en cuatro, luego del momento en el cual el locutor pronunciara cualquier número, menos los que tenía en frente de mis ojos.



Pero no!!!!



Pueden creer que el capo, dice: "treinta y seis mil quinientos veintiocho" y coincidía exactamante con el número que tenía impreso uno de los billetes?



Después de cachetearme seis veces al punto que mis mejillas quedaron más coloradas que si me hubiera quedado bajo el sol tres horas sin protector (en verano), y de romper en cuatro partes el billete que tenía impreso el treinta y seis mil quinientos veintisiete, se me vino a la mente la señora que 20 horas antes, había dejado sin oposición de mi parte, esos dos billetes sobre mi falda.



Y que yo, pajero y distraído, no le había devuelto, por estar mirando "babosamente" una minita que estaba frente a mi, luciendo ropa (poca) muy provocativa.



La verdad, que se me cruzó por la cabeza hacerme el boludo, pero triunfó el angelito de la derecha por sobre le diablito de la izquierda, y tomé la decisión noble y justa de, una vez pagados los cuatro pesos que le debía, dividir por dos el premio y darle la mitad a esa humilde vendedora.



Así que antes que el diablito de la izquierda argumentara otra cosa que me hiciera cambiar de opinión, desayuné, me bañé y me dirigí al Subte con la idea de hacer feliz a una humilde vendedora de la Solidaria.



Habré estado menos de dos horas en la estación Florida, cuando la vi en el anteúltimo vagón del Subte que se dirigía a Alem.



Necesito hablar con vos, pero no acá. Podemos ir a tomar un café a algún bar de Florida, le dije. Se sorprendió primero, desconfió después, y luego de tres minutos de charla, la convencí. Es que no daba decirle que se había ganado un millón de pesos y que además, había recuperado los cuatro pesos que había perdido el día anterior, en el medio de un vagón atestado de gente.



Bastante desconfiada fue subiendo la escalera mecánica (ese día no iba a tener derecho a un chocolate, aunque por la buena acción del día, me merecía un Champagne, pero del bueno).



Nos sentamos en el bar, y mi ansiedad por ver la cara de felicidad de la señora (Estela) no me dio tiempo a pedir nada. Ahí fue cuando le dije lo que había pasado el día anterior y la noticia que había recibido al levantarme ese mismo día, que la acababa de convertir en socia igualitaria de un premio de dos millones de pesos.



La cara se le iluminó por un instante. Segundos más tarde su cara mutó a la de alguien que está sufriendo. Se tomó el pecho y se desplomó.



Nunca viví una situación similar. Atiné a marcar 107 desde mi celular, y decirle a la telefonista que mandara una ambulancia a la dirección del bar, porque una persona se estaba muriendo.



No hubo caso. Cuando llegó la ambulancia a los seis minutos, los médicos no pudieron hacer nada.



Entre toda la gente que se amontonó en ese bar, gente morbosa que disfruta ver a las `personas morir", estaba Laura. Vestida con el uniforme de la Solidaria, no paraba de repetir. O a lo mejor lo dijo una sola vez, aunque a mi se me repetía internamente miles de veces.



"Pobre Estela, hace 3 años que estaba sin trabajo por esa afección cardíaca que tenía y justo que consigue trabajar aunque más no sea vendiendo Lotería, se nos muere".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Herchón muy buen relato...
Ahora te comento q subir una escaera de subte no te permite clavarte un chocolate ...
Para gastar las calorías necesarias tendrías q haberte clavado a la señorita con poca ropa , por al menos 2 horas ( si querés un chocolate digno)...besos
nos vemos en fight!
Adriana