La experiencia de ir al cine es fabulosa. Sentarse durante dos horas en una cómoda butaca y en ese tiempo, tener todos los sentidos atentos a ese mundo es sin dudas sorprendente y fascinante.
Quiero utilizar la descripción de esta experiencia, para entender algo mucho mayor y más importante que es la relación entre la Nación y las provincias. Pero empecemos por lo placentero.
Cuando uno decide ir al cine, elige la película, el horario, y el lugar y compra las entradas según las distintas opciones existentes. Hay ciertas reglas que uno debe cumplir. No fumar en las salas, no ingresar con comida adquirida fuera de los kioscos y bares del lugar, debe ser mayor que la edad mínima para la cuál el INCAA ha calificado el film, debe sentarse en el lugar que le fue asignado y debe respetar ciertas normas de comportamiento, como apagar el celular y realizar comentarios si uno no puede esperar al final, en el volumen de voz lo más bajo posible.
A cambio de todo esto, la empresa que proyecta la película, se compromete a hacerlo, apenas unos minutos después del horario anunciado. Presentar una sala limpia, sin pochoclos de la función anterior tirados en el piso, una señalización acorde para que uno no se pierda y pueda llegar de manera facíl a la sala y a su asiento, y proyectar la película en una copia de muy buena calidad, climatizando de manera agradable el ambiente, y poniendo a disposición de los clientes baños cómodos y limpios.
En toda esta situación no hubo ninguna negociación. De hecho no existe la negociación acá. Está todo preestablecido y las reglas son claras.
No existe que uno vaya e intente que le pasen otra película distinta a la que ofrece, o que le hagan 2 x 1 con una tarjeta de crédito diferente a la que tienen hecho el acuerdo, ni pagar más para poder fumar, ni decirle que el único pochoclo que te gusta es el que hace tu abuela, y traertelos desde tu casa. Tampoco les podés decir, que te viene mejor que la peli empiece 22:30, porque después es muy tarde y antes no llegás porque vas al gimnasio.
Es más, el hecho de que conozcas o no al boletero, al vendedor de panchos o al dueño de las salas, no te debería dar en teoría ninguna ventaja. De hecho, vos podrías ser recontra nacionalista, hablar pestes de los capitales extranjeros y aún así, llegar a alguna de estas cadenas internacionales de cines, y sacar una entrada comprar pochoclos y un paquete gigante de M & M, sin ningún tipo de problemas ni de discriminación.
Dicho esto, queda claro, que cuando hay reglas preestablecidas, no hay nada que negociar. Ya está todo claro de ambas partes, derechos y obligaciones.
Cuando hay algo que negociar en el medio eso puede suceder por dos razones: o porque las reglas estén mal hechas o porque en algún momento el sistema falla.
Inmediatamente después de volver del cine, prendí la televisión y un candidato kirchnerista en un programa político dice que para que podamos vivir mejor en la ciudad, tenemos que tener un Jefe de Gobierno alineado con el Gobierno Nacional, ya que es mejor tener gente afin en una mesa de negociación.
Primer ruido: si la Constitución Nacional, no es lo suficientemente exhaustiva, como para que los derechos y obligaciones de cada parte, estén preestablecidos de antemano, y no haya que negociar el rol de cada parte, sus derechos y obligaciones cada vez que se necesita interactuar, la constitución está mal hecha.
Segundo ruido: si la Constitución Nacional no contempla situaciones en las cuales los gobiernos nacionales y provinciales puedan ser de distinto color político y el resultado no variar ya sea que estén alineados o no, la Constitución está mal hecha.
Pero lo que más me preocupa a mi y nos debería preocupar a todos es que nuestra Constitución Nacional, permite la extorsión.
Y la extorsión no es del Gobierno Nacional al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la extorsión es a los ciudadanos de la Ciudad.
O cuando te dicen que la única forma de que funcione todo es que el Gobierno de la Ciudad esté alineado con el Gobierno Nacional, acaso no quiere decir: Cuando la ciudad tenga un gobierno afin a nosotros, vamos a financiar los subtes a transpasar la Policía Federal con los recursos, etc.?
Por último, y doy una idea solamente: Dado que la Constitución si está mal hecha, es muy difícil de modificar, y la única forma de que funcione todo es que el Gobierno de la Ciudad esté alineado con el Gobierno Nacional, existe también la posibilidad de cambiar el Gobierno Nacional, o no?