lunes, 30 de mayo de 2011

No todo es negociable

La experiencia de ir al cine es fabulosa. Sentarse durante dos horas en una cómoda butaca y en ese tiempo, tener todos los sentidos atentos a ese mundo es sin dudas sorprendente y fascinante.


Quiero utilizar la descripción de esta experiencia, para entender algo mucho mayor y más importante que es la relación entre la Nación y las provincias. Pero empecemos por lo placentero.


Cuando uno decide ir al cine, elige la película, el horario, y el lugar y compra las entradas según las distintas opciones existentes. Hay ciertas reglas que uno debe cumplir. No fumar en las salas, no ingresar con comida adquirida fuera de los kioscos y bares del lugar, debe ser mayor que la edad mínima para la cuál el INCAA ha calificado el film, debe sentarse en el lugar que le fue asignado y debe respetar ciertas normas de comportamiento, como apagar el celular y realizar comentarios si uno no puede esperar al final, en el volumen de voz lo más bajo posible.


A cambio de todo esto, la empresa que proyecta la película, se compromete a hacerlo, apenas unos minutos después del horario anunciado. Presentar una sala limpia, sin pochoclos de la función anterior tirados en el piso, una señalización acorde para que uno no se pierda y pueda llegar de manera facíl a la sala y a su asiento, y proyectar la película en una copia de muy buena calidad, climatizando de manera agradable el ambiente, y poniendo a disposición de los clientes baños cómodos y limpios.


En toda esta situación no hubo ninguna negociación. De hecho no existe la negociación acá. Está todo preestablecido y las reglas son claras.


No existe que uno vaya e intente que le pasen otra película distinta a la que ofrece, o que le hagan 2 x 1 con una tarjeta de crédito diferente a la que tienen hecho el acuerdo, ni pagar más para poder fumar, ni decirle que el único pochoclo que te gusta es el que hace tu abuela, y traertelos desde tu casa. Tampoco les podés decir, que te viene mejor que la peli empiece 22:30, porque después es muy tarde y antes no llegás porque vas al gimnasio.


Es más, el hecho de que conozcas o no al boletero, al vendedor de panchos o al dueño de las salas, no te debería dar en teoría ninguna ventaja. De hecho, vos podrías ser recontra nacionalista, hablar pestes de los capitales extranjeros y aún así, llegar a alguna de estas cadenas internacionales de cines, y sacar una entrada comprar pochoclos y un paquete gigante de M & M, sin ningún tipo de problemas ni de discriminación.


Dicho esto, queda claro, que cuando hay reglas preestablecidas, no hay nada que negociar. Ya está todo claro de ambas partes, derechos y obligaciones.


Cuando hay algo que negociar en el medio eso puede suceder por dos razones: o porque las reglas estén mal hechas o porque en algún momento el sistema falla.


Inmediatamente después de volver del cine, prendí la televisión y un candidato kirchnerista en un programa político dice que para que podamos vivir mejor en la ciudad, tenemos que tener un Jefe de Gobierno alineado con el Gobierno Nacional, ya que es mejor tener gente afin en una mesa de negociación.



Primer ruido: si la Constitución Nacional, no es lo suficientemente exhaustiva, como para que los derechos y obligaciones de cada parte, estén preestablecidos de antemano, y no haya que negociar el rol de cada parte, sus derechos y obligaciones cada vez que se necesita interactuar, la constitución está mal hecha.




Segundo ruido: si la Constitución Nacional no contempla situaciones en las cuales los gobiernos nacionales y provinciales puedan ser de distinto color político y el resultado no variar ya sea que estén alineados o no, la Constitución está mal hecha.


Pero lo que más me preocupa a mi y nos debería preocupar a todos es que nuestra Constitución Nacional, permite la extorsión.


Y la extorsión no es del Gobierno Nacional al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la extorsión es a los ciudadanos de la Ciudad.


O cuando te dicen que la única forma de que funcione todo es que el Gobierno de la Ciudad esté alineado con el Gobierno Nacional, acaso no quiere decir: Cuando la ciudad tenga un gobierno afin a nosotros, vamos a financiar los subtes a transpasar la Policía Federal con los recursos, etc.?


Por último, y doy una idea solamente: Dado que la Constitución si está mal hecha, es muy difícil de modificar, y la única forma de que funcione todo es que el Gobierno de la Ciudad esté alineado con el Gobierno Nacional, existe también la posibilidad de cambiar el Gobierno Nacional, o no?




martes, 17 de mayo de 2011

Herencia

Cada vez que se habla de la inseguridad que se vive en la Argentina en estos días, muchos argumentan y con razón, que la política económica de la década de los noventa con record de desocupación y altos niveles de pobreza, han fomentado esta situación actual, ya que mucha gente y jóvenes sobre todo, expulsados del sistema, desmotivados y creciendo muchas veces en hogares sin esperanzas, se han tenido que refugiar en la droga y en la delicuencia, elementos estos que afloran hoy, más de 10 años después.


Muchas de las consecuencias de la política de endeudamiento del Gobierno Militar, han tenido consecuencias muchos años después, cuando gobiernos subsiguientes han tenido que, no sólo intentar resolver problemas surgidos durante su propio mandato, sino también afrontar las obligaciones asumidas años anteriores.


Políticas industriales y sanitarias irresponsables durante más de 80 años, han generado un nivel de contaminación de los ríos alarmantes, que hacen peligrar hoy en día la calidad de vida de los habitantes de las adyacencias de esos cauces.


Como verán, en la mayoría de los casos, las políticas tomadas por un gobierno, tienen influencia muchos años después.


Siguiendo con este razonamiento, las políticas aplicadas en la actualidad, seguramente tendrán influencia no sólo en los años en que dura el mandato de las actuales autoridades, sino muchos años después.


Si aspiramos vivir una gran cantidad de años, y todos en nuestro país, como sociedad deberíamos empezar a valorar un poco más el largo plazo.


Más allá de que considero que es la clase política la que tiene que salirse del día a día y la coyuntura para planificar estratégicamente el futuro de nuestra Nación, aún a costa de sacrificar bienestar y votos en el presente, es justamente porque los ciudadanos pensamos los votos en función del hoy, que los incentivos a armar politicas a largo plazo`por parte de los gobernantes son muy bajos.


No quiero enumerar las cosas que este gobierno está haciendo y que van a traer consecuencias negativas en el futuro. Cada uno tiene la responsabilidad de analizar esas cosas, pero es fundamental no votar solamente con el horizonte de una semana, porque después, cuando hay que encontrar a los responsables, ya es tarde. Por más condena social si fue error de política o condena efectiva si se cometió algún delito, es casi imposible volver el tiempo atrás, y en un mundo que va para adelante a pasos agigantados, no nos podemos dar el lujo de tomar el camino equivocado.


Alfonsín y Néstor están muertos, Ménem y De la Rúa casi... y para mi, tiene más sentido votar con inteligencia que terminar haciendo escraches en los cementerios.

sábado, 7 de mayo de 2011

Objetivos

Un amigo dueño de un bar, le comunica al encargado y a los mozos, que tienen que facturar 6000 pesos esa noche. El Presidente de River contrata al Director Técnico del equipo profesional, y concilian que en la temporada tienen que lograr por lo menos 65 puntos y no jugar la promoción. El supervisor le llama la atención a una operadora de telemarketing, porque no logra estar ni cerca de la meta de 40 llamados diarios. La nutricionista me dijo que si hago todo bien, en 2 meses puedo bajar 4 kilos. Si entreno fuerte, para fin de mes, podré estar corriendo los 5 kilómetros en 28 minutos.


Al finalizar la noche en el caso del bar, el torneo en el caso de River, la jornada laboral en el caso de la telemarketer, los dos meses en caso de mi dieta, o a fin de mes en el caso de mi entrenamiento, uno con los resultados puedo constatar si se lograron o no los objetivos. A su vez, con esos datos, uno puede analizar por qué no se llegaron en caso de no haberlo hecho, o qué cosas se pueden modificar para llegar a los objetivos de manera más fácil.


¿Cómo sabemos si al término de la noche $5000 es una buena o mala facturación, sino tenemos preestablecida la meta? En 2 meses, bajé 6 kg, eso es mucho o poco? Sin el objetivo preestablecido esa respuesta es difícil de responder.


Aunque a muchos les dé miedo, las estadísticas ayudan mucho a la hora de evaluar. Y por suerte son fáciles de entender y analizar. Ojo, es muy complicado para armarlas, pero analizarlas nos es complicado.


Bastan las siguientes pautas: Saber qué número es mayor o menor al otro. Saber para cada variable si más es mejor o peor y saber contra qué comparar una medición. Por ejemplo: si hablamos de contaminación sonora, no tengo la más pálida idea cuántos decibeles son muchos o pocos. Pero sé que 80 es más que 60, sé que más ruido es peor que menos ruido, y si además, encuentro contra qué compararlo ya puedo evaluar. En este caso, podría evaluar contra un parámetro del máximo tolerable por el oído humano o contra otra medición de otro lugar o del mismo lugar en otro momento.


Seamos más gráficos: alguien me dice que el ruido que se escucha en la esquina de Av. Córdoba y Além es de 30 Decibeles. En principio no sé si eso es mucho o poco. Sé que prefiero menos a más. Si averiguo que el máximo tolerable por el oído humano es de 20 decibeles por ejemplo, ahí podré decir que 30 es mucho y si alguien me dice que en esa misma esquina en el año 2005, las mediciones daban 60 Db, eso significa que en 6 años, el ruido bajó a la mitad.


Como ven, no es complicado. Con esas reglas se pueden evaluar casi todas las cosas: Saber qué número es mayor al otro. Saber si para cada variable más en mejor o peor. Y después tener un parámetro contra qué comparar .


Quienes se ocupan de diseñar e implementar políticas públicas, en muy rara vez explicitan los objetivos que se esconden detrás de ellas. Por consiguiente, al acercarse una elección, uno como votante evalúa sensaciones, discursos, carisma, simpatía, pero nunca puede evaluar si la política específica que se diseñó, pudo o no cumplir con los objetivos establecidos.


Porque acá hay dos cosas, no alcanza con que se cumpla con lo que se prometió, cosa bastante complicada en estos días, además hay que ver si lo que se prometió sirve o no, para mejorar la variable que se quería mejorar.


Vamos con otro ejemplo futbolístico: hace unos años, el Presidente de Boca, se propuso tener un equipo íntegramente compuesto por jugadores surgidos de las divisiones inferiores. Esa es la política. Se puede cumplir o no. Pasado el tiempo, uno lee la formación y si los 11 jugadores son surgidos de las divisiones inferiores uno puede decir que la política se cumplió. Ahora, a no confundir politica con objetivos: leo la formación y veo que los 11 titulares son surgidos de las divisiones inferiores, pero la formación la leo en la Revista Ascenso, y el partido es el de un clásico del Nacional B contra Rosario Central o Chacarita, evidentemente esa política tal como fue planteada no cumplió con el objetivo que se había trazado. (Pero qué lindo sería ver a Boca en la "B", no?)


Como pueden darse cuenta, no estoy hablando de ingeniería cuántica, estoy hablando de que alguien se plantee un objetivo explícito, y que al final de un determinado tiempo, uno pueda evaluar si se cumplió o no.


María Julia Alsogaray, prometió cuando asumió como Ministra de Medio Ambiente, que en 1000 días, iba a poder nadar en un Riachuelo transparente. Me parece que viendo como venía la limpieza, prefirió ir presa, antes que morirse intoxicada en esas "aguas". En ese caso, fue my fácil evaluar.


Macri en su campaña electoral, prometió 10 Km de extensión de la red de subterráneos por año. Al terminar cada año, uno calcula cuánto ha sido la extensión real y puede evaluar si se cumplió o no con lo prometido. Después, están las razones, pero cuando hay objetivos cuantificables es mucho más fácil evaluar.


A pocos meses de las elecciones tanto porteñas como nacionales, no sería más interesante en vez de escuchar discusiones del tipo: la Policía Metropolitana sirve o no sirve, si las bicisendas me molestan o si me marean los cambios de mano y los carriles exclusivos para transporte público sólo entorpecen, que nos digan: el índice de delitos, en los barrios en los que la Polícía Metropolitana está presente, bajó de 4 cada mil habitantes a 2 cada 1000 habitantes. El tiempo promedio de viaje en transporte público bajó de 40 minutos a 25, en tal trayecto determinado. Y a pesar de que el parque automotor creció un 40% en los últimos años, la cantidad de autos que ingresan a la capital se mantuvo constante.


Pero como siempre, yo pido demasiado!